Lo que podría ser un buen indicador económico e incluso una buena noticia desde el punto de vista cultural, siendo que la red de redes posibilita obtener obras musicales (es decir, cultura) de todo tipo a bajo costo a millones de personas, es en realidad un gran problema para la industria y para la legislación actuales. La tecnología avanzó de un modo que dejó obsoletos y anacrónicos los recursos legales y la misma ideología o paradigma de venta de música industrial tradicional.
Si estas 608 millones de descargas producidas en 2006 hubieran sido legales, probablemente las grandes discográficas de la música hubieran recibido su correspondiente dinero, y los músicos una pequeña parte a la que ya están acostumbrados: pero esto no fue así, dado que aún no se han creado mecanismos legales apoyados por la gran industria para compartir música por Internet que sean atractivos para los usuarios argentinos, a la vez que puedan retribuir a los artistas su justo dinero.
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